Corazón dislocado

«La risa, el miedo y la ansiedad»
Obra de Antonio Mendoza.

Late, late, late corazón
Corazón dislocado y lleno de dudas
Dudas pasajeras, dudas intensas que se mezclan en un solo ser
Ser que quiere ser y no puede
No puede porque tiene miedo
Miedo de ser, porque cuando no es, llega al infinito cielo y toca las estrellas con la falsa sonrisa de felicidad.

¿Logra siendo o sin ser?
Sin ser, como el payaso de las siete máscaras que una vez conoció en su pasado doloroso, lleno de escombros.

Escombros de una vida no aceptada, de espinas no sacadas, de desidia, miedo y abandono.

¿Abandono de qué, si los supuestos verdugos siempre estuvieron a su lado?

A su lado, en forma de tristeza, en forma de humanos que perseguían un fin inesperado, una masa de humanos llena de colores y dolores.

Dolores, millones de ellos. Y ahí sigue ella, entre río y mar, dulce y salado.
Viviendo, solo viviendo entre sus letras infames, algunas creadas, otras confesadas.

Confesadas con gran angustia en el alma,
Alma noble que dejó de ser y paga cada día llevando la pesada cruz a cuestas, con las astillas clavándose en la piel.

La piel herida, el cuerpo empobrecido y la mente llena de terrones de azúcar y hormigas violentas que comen y esconden el dulce en los rincones de un cerebro que es, de una mente que deja de ser.

Late, late, late, corazón dislocado...

Paciencia, apúrate en llegar

Quienes me conocen suelen decir que soy una persona paciente, sobre todo a la hora de dar una explicación que amerite detalles complejos o para desenredar luces navideñas, pero la verdad es que no soy tan paciente como me veo.

Mientras me veo calmada y fresca cual lechuga, dentro de mí mente pasan una docena de pensamientos de lo que debería estar haciendo y trato de buscar las soluciones más precisas para darme a entender o, en general, llegar a la meta más rápido.

Recuerdo que alguien me dijo una vez que lo mío no era asunto de paciencia sino de inteligencia. Que me forzaba a buscar la respuesta más eficaz y eficiente para resolver cualquier problema. Bueno, agradezco el halago a quien me lo dijo (espero que en algún momento lea esto), pero para mí sigue siendo un problema de impaciencia.

Actualizo el contenido que ya tenía a punto de publicar gracias a que mi sistema de internet había fallado. La entrada no subía y mi paciencia estuvo a punto de abandonarme… (Casos de la vida real)

¿Qué opinan ustedes sobre mi situación? ¿Cómo llevan el asunto de la paciencia en sus vidas? Los leo en los comentarios.

Imagen: Google. Créditos a quien la hizo.

¡Es hoy! ¡Es hoy!

Hoy es un día mágico para quienes formamos parte del Colectivo de Arte Viviendo en Letras.

A las 10am. (Hora Vzla/Miami), 11am (Houston/México) publicaremos nuestra primera entrada formal.

Si deseas conocer un poco más sobre nosotros como equipo y nuestro trabajo, visita http://www.viviendoenletras.art.blog donde estaremos esperándote para que te suscribas y conozcas una nueva manera de vivir la cultura internacional, al alcance de tua dedos.

¡Te esperamos! ¡Suscríbete ya!

El paisaje de los muertos

Llegan a mí en versos
Dibujando sueños incomprensibles
Me dejan cada noche un regalo en la puerta de mi infierno
Y los demonios los devoran para que el mensaje no se convierta en realidad

Sufre mi mente pesada
Arrastrada por los maderos de este barco náufrago
Y llego a la orilla serena sin el trofeo máximo
Solo un sabor dulce llena mi boca
Y suaviza mis labios
Que pronuncian nombres antiguos, jamás olvidados
Llenos de pasado y nostalgia

¿Qué quieren de mí mis muertos?
¿Por qué me conducen, casi de la mano, a sus paisajes pacíficos o violentos?
¿Existen en una realidad imposible o solo es otro producto más de mi mente enferma de soledad y confusión?

Viviré cada noche, bajo el letargo de la luna y el lobo febril, angustiada o alegre
Siendo visitada por fantasmas que no son míos
Mas de mí son, han sido y siempre serán
Más reales que la sangre que corre por mis venas

Vendrán con sus regalos y su compañía para que busque la sabiduría perdida de los años acabados,
de los muertos que viven en los rincones de una cabeza hinchada que no callará jamás

El loco

ESCRITOR: GIBRÁN KHALIL GIBRÁN
(1918)

Les comparto el prólogo de El Loco, una verdadera joya para leer y reflexionar.

Me preguntáis como me volví loco. Así sucedió:

Un día, mucho antes de que nacieran los dioses, desperté de un profundo sueño y descubrí que me habían robado todas mis máscaras -si, las siete máscaras que yo mismo me había confeccionado, y que llevé en siete vidas distintas-; corrí sin máscara por las calles atestadas de gente, gritando:

-¡Ladrones! ¡Ladrones! ¡Malditos ladrones!

Hombres y mujeres se reían de mí, y al verme, varias personas, llenas de espanto, corrieron a refugiarse en sus casas. cuando llegué a la plaza del mercado, un joven, de pie en la azotea de su casa, señalándome gritó:

-¡Miren! ¡Es un loco!

Alcé la cabeza para ver quién gritaba, y por vez primera el sol besó mi desnudo rostro, y mi alma se inflamó de amor al sol, y ya no quise tener máscaras. Y como si fuera presa de un trance, grité:

-¡Benditos! ¡Benditos sean los ladrones que me robaron mis máscaras!

Así fue que me convertí en un loco.

Y en mi locura he hallado libertad y seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido, pues quienes nos comprenden esclavizan una parte de nuestro ser.

Pero no dejéis que me enorgullezca demasiado de mi seguridad; ni siquiera el ladrón encarcelado está a salvo de otro ladrón.

Ella imaginaba…


Cada tarde, a las cinco, cuando el sol vestía de amarillo las calles, ella se sentaba bajo el arbusto de la isla de intersección e imaginaba que comía un helado de tres sabores, enorme como su cabecita de cabello de color indefinido. Otras veces se quedaba una rato sujetando el cercado del restaurante mientras quien estuviera próximo a al vidrio del local, le lanzara miradas amargas como el veneno que ella evitaba depositar en su alma.

Miraba a los niños saliendo de la heladería y se sentía tentada a pedirles un poco. Pero después de la última vez, cuando el empleado le dijo que iba a llamar a la policía, ella optó por guardar distancia.

Apenas tenía seis años, pero ya sabía lo que era un policía. Había visto balas flotando lentamente hacia el pecho de su padre cuando corría con algunos insumos ilegales; y vio a varios policías empujando brutalmente a su madre fuera de la tienda de ropa de la esquina y desde ahí no la vio nunca más.

Ahora ella estaba con la bisabuela, quien alargaba el arrugado brazo hacia los carros por algún billete, o suplicaba por un poco de comida a los que habían ido al supermercado. Su boca sin dientes dibujaba una sonrisa cuando recibía algo. Tomaba un mendrugo y daba a la bisnieta la mayor cantidad.

La anciana perdía peso y ánimo. Su corazón latía cada vez con más pausa dentro de un tórax que se hacía más pequeño. Pronto, muy pronto, la niña la vería desplomarse bajo el árbol para no despertar jamás…

Y la niña dejaría de soñar con una casa de ladrillos, una bisabuela sana y contenta con mejillas como flores rosadas, y cada una comiendo tanto pan y tanto helado cabían en sus panzas. La niña creciendo y la anciana cada vez más joven adorable.

Crecería y entendería todo. Su pequeña imaginación moriría con la anciana, y ella, sola, viviría bajo ese arbusto hasta que el mundo se lo permitiera.

El Amolador

Llega el encargo a tu mano y lo observas con cuidado, con esa «cara de perro» que ella decía que tenías, y que aún tienes y que morirás con ella porque dentro de ti hay un único objetivo: afilar eternamente el hacha del verdugo, envuelta siempre en la misma tela árida de yute, marcada con las decenas de gotas carmesí y el olor a vida seca.

De vez en cuando, acabada tu labor, sacas tu nariz ancha para oler a la víctima. Te ríes con esa risa que parece pesar toneladas, acaricias tu vientre, como si sostuvieras la cabeza recién separada del cuerpo, y das la espalda para afilar cualquier cuchillo de casa, o la lanza de un caballero desconocido que pronto tendrá una justa.

A las doce y veinte, con el sol de juez, la cabeza al balde y tú a tus labores, que estarán listas a las dos y cincuenta, si no pasan de dos pedidos sencillos o a las tres y cuarenta cuando hay más por hacer.

Pero esa mañana te entregaron el hacha, pestilente a injusticia, y tú la afilaste, con la cara más animal que nunca. Durante unos segundos, miraste a la nada, suspiraste y seguiste tu labor.

A las doce en punto, decidiste no salir. Te quedaste afilando un poco tus propias armas, porque las ibas a necesitar. No reíste ni sobaste tu panza. No sentías nada. La cabeza de hoy la conocías. Afilaste más que nunca para que se desprendiera rápido de ese cuerpo, cuerpo que conocías, risa que hoy callaba.

No eras verdugo, pero cada gota del río rojo también corría por tus manos, cuando alguna vez, en tono de broma, dijiste que esa sangre era tan preciada como si corriera por tus propias venas.

Habías conocido a decenas de ajusticiados, pero era la vez primera en que el gran señor había puesto al inocente hijo enclenque del leñador como ejemplo de que las crías también son tributo del gobierno si faltan sus absurdas reglas.

Afilaste, mirando al gato, y evitabas pensar en el niño que hoy moriría con el corte del hacha que preparaste con más esmero que nunca. Escuchabas los gritos y las risas del pueblo expectante y eufórico.

Mientras el gato lamía sus propias patas al ritmo de la cola hipnotizante, tú imaginabas esos ojitos llenos de temor, esas lágrimas, ese cuerpecillo dejando bonitos años futuros en ese pasado fatal.

El gato salió y cruzó la plaza de medio de la algarabía, mezclado con los perros desnutridos. Esperaba su puñado de vísceras, mientas tú, cabizbajo, afilando tus armas, repetías sin cesar:

—Muchacho, vos no tenés lo que yo sí tengo: autocontrol. Que te corte la cabeza el verdugo, que alimenten a los perros contigo. No tenías que abogar por nadie, no tenías que llevar la contraria a los los señores, tenías que aplaudir cada chiste. ¡No culpés a nadie de tu muerte! Cuando pasés a la otra vida, te vas a arrepentir de lo que hoy hacés, y ahí te veré de nuevo, mientras afilo para ti el hacha del verdugo.

¿Y si este fuera tu último día?

Te levantas. Sin cepillarte los dientes, montas el café. Mientras esto está listo, corres al baño a hacer todas tus necesidades. Te vistes, acomodas tu cabello (te das cuenta de que hay nuevas canas), y te vas al trabajo. Pasas 10 horas pegado al escritorio o a lo que sea que implique tu labor y luego vas a casa. Te quitas los zapatos y te sientas a ver la tele. Te comes lo que habías llevado al trabajo de desayuno y el sueño te atrapa hasta las 6:05 am (¡Maldito reloj, se atrasó de nuevo), cuando suena el reloj y tu ciclo se repite.

¿Y que pasaría si al preparar el café un cortocircuito te hubiera «atacado», o si una capa de champú derramada y te hubiera hecho resbalar en el baño estrellando tu cabeza contra el filo de la pared, o si en el trabajo hubieran entrado bandidos que hubieran arrancado tu corazón en milésimas de segundo de un balazo? O…

Woman, work ,stress, trabajo, frustraciones

De la forma que sea, pusiste haber muerto. Pero estás aquí, leyéndome, vivo. Es algo para agradecer y disfrutar.

Pero si hoy fuera el día de tu mente y tú no lo supieras, quizás estarías peleando porque el gato de la vecina usa tu jardín como baño, o estarías hablando sobre la promiscuidad de una amiga, o pidiendo paciencia a tu amante porque pronto podrás separarte de la loca de tu esposa. Tal vez solo sudando en el gym para tener la figura que te haga destacar ante los demás, o echado en el sillón viendo contenido «para adultos». Y frente a tu fría lápida, llena aún de arena que tiró el sepulturero por descuido, estarán algunos, llorándote. Los pocos con los que creaste un vínculo de verdad

O quizás, mientras la muerte cuenta los segundos para cortar el hilo de tu vida, tú solo te levantas. Sin cepillarte los dientes, montas el café. Mientras esto está listo, corres al baño a hacer todas tus necesidades…

¿Vale la pena tanto esfuerzo?

Reposteamos a nuestros amigos y les enviamos los mejores deseos ¡Enhorabuena!

¡SE PUBLICA MI PRIMER LIBRO DE POESÍA!

Hago un llamado a todos los que alguna vez leyeron mi blog y se sintieron interesados por mi obra, hoy necesito su apoyo más que nunca, si están interesados en mi libro o simplemente les gustaría apoyarme compartan esta publicación o déjenme un comentario. Estoy muy emocionado con esta noticia. A mediados de Junio saldrá […]

¡SE PUBLICA MI PRIMER LIBRO DE POESÍA!

Carta abierta a todos mis lectores y a sus conocidos

Queridos Angmonios, estoy aprovechando un reposo médico que se ha prolongado para dedicarle unos minutos al blog. Sé que es pequeñito, pero estoy en conversaciones con amigos ilustradores, críticos literarios, de arte y de películas, historiadores, entre otros que quiero dejarlos como una sorpresa.

La vida en medio de las letras se torna hermosa, y permite opinar, sentir, crecer y VIVIR.

Es por ello que los invito a participar de esta renovación, enviando sus artículos. Todo estará a nombre que quien lo envía, haciendo esta salvedad para proteger sus derechos y para recalcar que este no es mi blog sino de todos ustedes.

Si tienen algún amigo que escribe pero no tiene tiempo, compromiso o ganas de tener su blog, háblenle de este proyecto que luego crecerá hacia otras redes, con muchas sorpresas que dependerán de ustedes.

Si desean participar o quieren más información, por favor me dejan un comentario aquí porque mi correo siempre está en colapso y nunca lo reviso bien.

Cuento con ustedes y su excelsa creatividad. Besos y abrazos.