El Creador dejó cinco frutas perfectas y jugosas en el árbol central del Edén, el que regalaba más sombra a los primeros moradores de la Tierra.
Llamó a Adán con su poderosa voz desde el cielo y le dijo:
— ¿Dónde está Eva, tu mujer, a quien no he visto en toda la semana?
— Ha estado cuidando las crías de ovejas que nos has dejado —respondió Adán, con la cabeza abajo para no mirar al Señor, su Dios.
— Que venga inmediatamente — dijo Dios, y regresó al cielo en tanto llegaba la mujer.
Al llegar Eva y Adán, volvió Dios con ellos y les explicó que dejaría 5 frutas magníficas en el árbol del Bien y el Mal, el árbol de la sabiduría, el regalo más precioso para ellos. Les explicó que cada fruta tenía un significado:
Quien te escribe este relato, se regocija con la saludable banana. Tú, ¿con cuál te quedas?
Mientras tanto, Eva, que bien sabida es su preferencia, ¿seguirá en el destierro buscando preciosas manzanas o habrá cambiado sus gustos por las milagrosas uvas?
Pingback: Las frutas del Edén (reto de escritura). – Lovin' Caramel